domingo, 3 de mayo de 2015
El Nacimiento de la Bestia de Incipiens
La creación de los mundos había terminado, los dioses, estaban ha punto de reposar un largo tiempo a la guardia de los Templos de Incipiens. Pero su fortaleza no podía ser custodiada por nada más que ellos, asique del fuego de las estrellas hicieron a sus siervos y guardianes, los ángeles, los Grande Jinetes, seres tan complejos que no tenían ninguna palabra en la tierra para ser nombrados.
Los ángeles custodiaron Incipiens como águilas, y los Grandes Jinetes exploraron las fronteras del espacio; cubriéndose de luz y fuego. Quién iba a decir que el mal atacaría a Incipiens por primera vez, pero en realidad fue el Mal Original. Una destrucción en forma de estrella, se creo de la nada con el propósito de volver toda la creación un caos. La estrella era negra y radiaba un rojo de lo más siniestro. Tralvaldean se paseo al lado de tal estrella y noto lo única y rara que resultaba esta masa de fuego.
Euvoldeán que lo veía todo no tenía ninguna visión acerca de esa estrella, como si visión e interpretación del destino se hubiera saltado cualquier conocimiento de la extraña llamarada negra del espacio. Aunque tenía razón, pero no se salto ningún versículo del tiempo, sus ojos que se centran al futuro fue burlado ingeniosamente, y él no se dio cuenta tiempo después. Euvoldeán sugirió la destrucción de la estrella, Velcrol el aislamiento de ella y Tralvaldean su estudio. Euvoldeán fue apartado del consejo de los otros dos oráculos que no tomaban en cuenta su opinión. Euvoldeán no tenía nada más que hacer ahí si Velcrol y Tralvaldean estaban en esa posición, sin más preámbulo dejo la creación y partió al lugar donde procedían ellos.
El poderoso arcángel Turnos, era guerrero angelical que peleaba a servicio de los dioses, pero afirmo una amistad aliada con el Oráculo del Tiempo asique permanecio en la sospecha del misterio que asolaba todo el universo. Turnos hiso que el Gran Herrero creara para él las armas que todo lo atravezaran y las armaduras que todo lo resistieran. Hiso la armadura en menos de tres días (3 meses con 2 semanas en el horario de clamax). Turnos se armo para lo peor con aquellas armaduras, pero las armas tardarían al menos una semana entera.
La estrella comienza a actuar de forma extraña, lanzaba llamarada a todo lugar como si estuviera lista para estallar en una increible explosión de llamas desconocidas. Tralvaldean y Velcrol vieron desde las moradas de Incipiens la gran explosión que ocurriría en la estrella. Aunque al final esta nunca exploto. Fue entonces que se dieron cuenta al fin que la gran llama no era una estrella, sino la incubación del mal y la discordia; era un enorme huevo que encarnaría la destrucción. Las llamas se esparcieron a un ser sin forma, que avanzaba destruyendo todo a su paso, y creciendo más a cada segundo que destruía cada estrella y planeta.
Los ángeles con flechas de luz, atacaron desde lo lejos de Incipiens a la bestia, pero solo las deboraba con su forma negra y oscura. Y en realidad esas flechas eran de las mejores jamás creadas; por ahora, y fueron tantas flechas que fueron una tormenta que hubiera acabado con un ejercito de más de 100.000.000 hombres. La magia del ser superaba a todo lo antes visto. Tralvaldean y Velcrol rearmaron una defensa de Incipiens, y los dioses no parecían despertar de su sueño. Litamisa la arcángel más respetada entre los muchos arcángeles de Incipiens fue a pelear contra la criatura.
La batalla fue caótica y no se puede explicar, solo se puede decir que retorció al universo mismo, pero a pesar de sus esfuerzos no logro vencer a la gran bestia. Que avanzo a las puertas de Incipiens. Turnos fue al rescate con un escolta por Litamisa, solo ellos dos volvieron, ya que Turnos estaba protegido por las armaduras de del Gran Herrero. Justamente pasaron los días acordados y el Gran Herrero le entrego a Turnos una lanza resplandeciente de plata y un arco de oro; al cual le hiso flechas hechas de estrellas fugaces.
Turnos arrojo una sola flecha desde la torre más alta a la bestia, y esta pareció recibir un gran dolor, pero no murió, Turnos arrojo otra flecha y la bestia se retorcía, pero no moría, entonces fue cuando ella se dio cuenta de su agresor. La bestia escalo Incipiens hasta la cima de la torre donde reposaba Turnos, entonces fue cuando una estrella blanca choco contra su lanza; que resultaba haber sido enviada por Euvoldeán. Entonces Turnos clavo la lanza en el cuerpo de lo que era la cabeza sin forma de la bestia, justo cuando abrio la boca, la clavo en lo que parecia la boca. La bestia se lleno de luz y poder de la lanza, y estallo en pedazos, conviritendose en polvo.
Aunque en realidad este no fue el fin de la gran bestia. En realidad de los esconbros y el polvo ella volvio a surgir frente a Incipiens y los ejercitos divinos. Pero en realidad renacio como un nuevo ser, con los mismos poderes y una forma definida; la cual podia cambiar a su antojo. Euvoldeán retorno, Tralvaldean y Velcrol quedaron mudos por la gran bestia que parecía no tener limites asique inventaron una ley solo para ella.
"Ningún otro ser que se cree o se halla creado, podrá vencer igualado al supremo amo de las llamas, al visitante de la maldad y la encarnación olvidada de la destrucción. Superior en todos los sentidos, menos a los que debe servir siempre, a los creadores y a los señores de las leyes, nadie se alzara contra Borganazi".
Esta ley no haría a los seres celestiales menos fuerte que Borganazi, sino que en caso de que Borganazi estuviera siendo igualado o superado sus poderes ascenderán de forma extrema, asique nadie, nadie podrá vencerlo, pero estará al servicio de los dioses no importa que. Así nació Borganazi y mantiene vigilado a todos desde donde fue vencido o en palabras más nobles; salvado, vigila a todos en la torre más alta de Incipiens donde Turnos le venció justamente.
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